El uso indiscriminado e incorrecto de los antibióticos es la causa principal de la resistencia bacteriana a los mismos. Este hecho, obviamente, tiene consecuencias negativas para nuestra salud ya que los antibióticos pueden perder eficacia y dejar de curar. Gripes, resfriados, catarros, congestión nasal, algunas otitis y la mayoría de las inflamaciones de garganta, son, por lo general, enfermedades causadas por virus, y contra los virus, los antibióticos son totalmente ineficaces.
Consejos para un uso adecuado de los antibióticos
Estas son nuestras recomendaciones:
- Si un médico no nos receta un antibiótico es porque no lo necesitamos, no hay que presionarle para que nos lo prescriba.
- Para garantizar la eficacia de un antibiótico hay que respetar el tratamiento indicado de forma minuciosa, es decir, pauta, dosis y duración del mismo.
- Si tenemos alguna duda sobre la administración del antibiótico, debemos preguntar a nuestro médico o al farmacéutico o, en su defecto, consultar el prospecto.
- Antes de tomar la primera dosis del fármaco hay que pensar a que hora nos viene mejor tomarlo, ya que la primera toma condicionará el resto.
- No saltarse ninguna toma hasta que el tratamiento termine. Hay que seguir tomando el antibiótico aunque los síntomas de la enfermedad remitan. Si detenemos el tratamiento podrían quedar bacterias vivas que se vuelvan resistentes al medicamento.
- No reutilizar los antibióticos que hayan sido prescritos a otra persona y que guardemos en nuestro botiquín. Los antibióticos se recetan específicamente para unas circunstancias particulares y para una persona en particular. Puede ocurrir que si tomamos uno incorrecto, nuestra enfermedad empeore.
- Informar al médico de cualquier efecto secundario que nos pueda estar produciendo el antibiótico que nos ha prescrito.
- Protegerse de las infecciones mediante una buena higiene. Hay que lavarse las manos después de manipular alimentos, antes de comer, después de ir al baño, etcétera.
- No olvidar que infecciones comunes como catarros, gripes o resfriados no deben tratarse con antibióticos, ya que la mayoría de estas enfermedades son de origen vírico y no bacteriano. Los remedios para estas enfermedades son: reposo, antitérmicos para la fiebre, analgésicos para el dolor, miel y beber mucho agua (o líquidos).
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