Breve historia del té verde
Antiguamente el té formaba parte de la dieta habitual en muchos países asiáticos y no sólo se tomaba en forma de infusión. Así, por ejemplo, en Tailandia, las hojas de té verde se comían al vapor junto con pescado seco; en Birmania, se encurtían y se añadían a la comida; en el Tíbet, las hojas de té se mezclaban con sal, cebada y mantequilla. Durante este tiempo, en China, el té verde se tomaba en infusión y era utilizado como medicina en forma de emplastos para el reuma.

Fue Eisai Zenji (1141-1215) quien trajo el té verde desde China al Japón y el que impulsó su utilización. En su libro Kissa Yojoki, o Libro del Té, Eisai señalaba: El té es una medicina milagrosa para el mantenimiento de la salud con un poder extraordinario para prolongar la vida. En el libro se mencionan las cualidades medicinales del té verde, incluyendo la disminución de los efectos nocivos del alcohol, su actuación como estimulante, su eficacia para tratar el beriberi, las indigestiones y algunas enfermedades de piel, y su utilidad para prevenir la fatiga y mejorar las funciones urinarias y del cerebro.
Elaboración del té verde
Conviene reseñar que estamos hablando del té verde y no del té negro que surge tras la fermentación del té verde. Para conseguir té verde, las hojas de té se recolectan y se someten rápidamente a una suave cocción al vapor, lo que desactiva las enzimas de la planta y detiene el proceso de fermentación. Después las hojas de té se prensan, enrollan, trituran y secan para su almacenamiento.
Los principales productores de te verde son China, Japón y Vietnam.