El ojo está recubierto, por delante, por la membrana conjuntiva que cubre también la parte no visible de los párpados, pero que no cubre la córnea para que la visión sea clara. El ojo, y sobre todo la córnea, son especialmente sensibles a los agentes externos. La cornea no tiene vasos sanguíneos y todos los nutrientes los recibe a través de las lágrimas que, además, contienen anticuerpos que previenen las infecciones.
Tener un ojo rojo, siempre que no sea porque nos ha entrado un cuerpo extraño o porque hayamos recibido un golpe, suele ser síntoma de una afección leve que, por lo general, se curará sola. Esto no siempre es así, por lo que a continuación voy a dar una serie de criterios que ayudarán a determinar cuando debemos acudir al médico o a urgencias por tener los ojos rojos.