Si bien es cierto que los nuevos anticoagulantes orales que han aparecido recientemente en el mercado farmacéutico ofrecen algunas ventajas frente al sintrom de toda la vida, lo cierto es que son bastante más caros y no siempre son un correcto sustituto ni la primera opción para prevenir determinadas patologías como el ictus embólico u otras enfermedades cardiovasculares.
Lo cierto es que los costes de los tratamientos, incluyendo la monitorización y seguimiento del paciente, que se realizan con fármacos como el dabigatrán (Pradaxa), rivaroxabán (Xarelto) o apixabán (Eliquis) superan los 1.100 euros anuales, mientras que el coste de dichos tratamientos llevado a cabo con acenocumarol (Sintrom) viene a oscilar entre los 300 y los 750 euros dependiendo de la dosis que necesite cada paciente.